¡Hola, mis amores! ¿Cómo están? Y tengo una sorpresa ¡Estreno sección! ¡Sí! Ya era hora que hace tiempo que no traía una novedad (?) Ok, no, que creo, tengo el blog lo bastante surtido como para que siga siendo entretenido pasarse por aquí. Pero me apetecía tener más cosas que actualizar, porque si no ando hasta la cabeza de cosas por hacer, no soy yo, ya lo sabrán (?).
Esta sección surge gracias a Demiurgo, —que de paso aprovecho y los invito a pasarse a su blog—, que fue quién me sugirió hacer una sección aparte para los relatos de los jueves a los que no llegue o me exceda monumentalmente con el límite, que hay veces que mis chicos se entusiasman y de las 350 palabras, me saco una novela. Y está buenísimo, pero la idea tampoco es pasarse y tampoco da para no compartir esas historias, así que llegó ¡Ahora que estamos solos! Y como no participé en los más recientes, iré subiéndolos a partir de ahora ¿Primera parada? La ciudad del amor <3 No, no es París, esa es la ciudad de las luces ¡Vamos a Roma! La propuesta fue hecha por Gustavo y no alcancé a participar a pesar de que tengo una historia completa que sucede en Italia. ¿Qué historia es? Como una luz o como un grito. de paso, ya que estamos en esto de sumarme a todo, también, fue por sugerencia de Demi, que me acabé enganchando con un reto de Ginebra que aun no logro subir ¡así que mato dos pájaros de un tiro! Pueden verlo justo aquí.
Yo elegí:
○○El vagón de un tren
○○Una corbata
Y el elemento en común que debe tener el relato es un fotógrafo.
¡Vamos a lo nuestro!
¿Atesorar?
La habitación
estaba ligeramente oscurecida. Ella sobre la cama con la pierna derecha
flexionada, las manos sobre su cabeza y el cabello que caía salvaje sobre el
colchón y su cuerpo, tiñendo de negro las sábanas blancas. La luz del reflector
la iluminó y acto seguido, con el fotómetro se encargó de equilibrar las faltas
de ésta hasta que quedó perfecta.
Battista
observaba tras de cámaras, como siempre, con la expresión tan estoica que
siempre tenía cuando Milan no estaba rondándolo viendo al fotógrafo ir de aquí
y de allá buscando sacar todos los ángulos posibles de la mujer. Era una de las
pocas personas que podía ponerlo de los nervios, hacerlo sonrojar y enfadar
todo en el mismo instante, y a veces más. Aunque justo ahora, podía quedarse
calmo, viendo a su novia siendo fotografiada en posturas tan sensuales como
impropias ¿por qué estaba ahí viendo eso? Porque no era el tipo de novio que
fuera a impedir que ella hiciera lo que le gustase. Había modelado mucho antes
de volverse su novia como para empezar con restricciones ahora, aunque hubiese
preferido rechazar ese trabajo. Pero iba a ser un buen impulso a su carrera,
siendo una reconocida línea de perfumes la que iba a publicitar.
Después de
tanto trabajar con ella, no podía negar su atractivo ni la naturalidad con la
que hacía todo ante las cámaras. Para Milan era tan sencillo como respirar o al
menos, así lo hacía ver. Su problema para leer los rostros podía ser un
impedimento para ella, pero por el contrario, había aprendido a sacarle
provecho. Y esa era otra cosa que le gustaba de ella: no perdía oportunidad
para aprender ni tampoco, se daba por vencida si no salía a la primera, lo que
era totalmente opuesto a él, que se rendía con tal facilidad que daba pena
ajena.
—Battista —lo
llamó una de las modelos con las que trabajaba, Pia.
Battista dejó
de prestar atención un momento para dirigirse a la mujer que llegaba envuelta
en una bata de seda de color lavanda. Desde temprano que estaba en el set
contiguo, aunque se habían tomado un descanso hacia como una hora por un
problema con la iluminación y uno de los modelos, por lo que él se había
dedicado a supervisar la sesión fotográfica de Milan en lo que solucionaban
todo.
—Dime ¿sucede
algo? —preguntó a ella con amabilidad, llevando las manos a los bolsillos.
Pia jugueteó
con sus dedos unos instantes antes de mirarlo y morderse el labio inferior,
llevando una de sus manos al brazo de su acompañante con una mirada de lo más
seductora.
—Ya que
estamos en Roma y que es mi primera vez aquí ¿te gustaría acompañarme a dar una
vuelta?
La expresión
de Battista se contrajo de la sorpresa ante la propuesta, pero lo que lo hizo
quedar mucho más sorprendido fue el jalón que recibió de Milan al rodearlo por
el cuello con sus brazos y al ser mucho más pequeñita que él, quedó casi
doblado para alcanzarla.
—¡No!
Battista es mío el resto del día —dijo esto último con una sonrisa llena de
entusiasmo y una expresión de triunfo en la mirada.
Él, que no se
acostumbraba en lo absolutos a esos arrebatos, estaba completamente rojo y ni
si quiera pudo articular una palabra decente, sólo salió un balbuceo de su boca
en lo que quitaba los brazos de Milan de encima suyo con delicadeza y se
disculpaba con Pia por no poder ir con ella, ya que había quedado con Milan en
hacer un viaje en tren, a Florencia. Como de costumbre no había podido negarse
a ella, ya sea que fuera porque era ella y tenía un encanto especial en él para
hacerlo decir que si o porque él realmente quería darle gusto, aun cuando no se
diera cuenta de ello.
—Lo siento,
Pia. En otra ocasión —se disculpó el booker con amabilidad y siguió los pasos
de su ahora, novia— sabes que yo podría haberme hecho cargo de una manera más sutil
—remarcó esa última palabra tomándola del antebrazo haciendo que quedara quieta
frente a él.
Milan le
dedicó una dulce sonrisa y deslizó su mano de su muñeca llegando a su palma,
acariciando suavemente la misma con uno de sus dedos, haciendo sonrojar a
Battista con esa insinuación.
—N-no.
—Aburrido
—respondió yendo a cambiarse para poder salir finalmente hacia su viaje— voy a
cambiarme —y se detuvo mirándolo por encima del hombro— a menos que quieras
ayudarme.
El color que
había tomado su piel no era natural de tan rojo que se había puesto, tanto que
un tomate se vería pálido a su lado. Ella sonrió y siguió su camino sabiendo
que la única respuesta que iba a conseguir era un no.
Él suspiró un
poco más tranquilo una vez se fue. A veces, lo ponía de los nervios, que no
sabía cómo debía actuar cuando estaba con ella y se le insinuaba de maneras que
no era capaz de explicar ni de asimilar. Y aun así, podía decir que era un poco
masoquista por aceptar estar con ella ¿lo disfrutaba? Había una gran
posibilidad de ello.
******
El vagón iba
bastante lleno. Era época turística, por lo que contar con espacio o comodidad
no parecía ser algo que fuera a suceder, pero la muchacha aprovecharía eso como
excusa para estar más cerca de él de una u otra manera. Battista era demasiado tímido
para tomar la iniciativa y ella le sobraban los impulsos para hacer lo que
quisiera sin pensar en vergüenzas ni edades ni nadie más que ellos dos. Era una
ventaja, contando que gracias a ella las cosas iban a ir sucediendo de a poco o
a toda marcha. Aunque considerando lo que era su novio, imaginaba que iba a ser
todo a marcha de tortuga. Con suerte, lo disfrutaría en ambos casos aunque el
primero era el que más ansiaba.
Se acomodó en
el hombro de Battista, apoyando su cabeza en él como si nadie los viera. A ella
le daba un poco igual, después de todo, no podría reconocer a nadie más que a
su novio de aquel vagón. Aunque si se esforzaba, iba a encontrar algún rasgo característico
en los presentes, pero no tenía interés en ellos de momento. Ya había tenido
que dedicarse a ello exhaustivamente en el rodaje, que se había fijado en todo,
desde la entrada en forma de corazón del fotógrafo en su cabello, como en las
alhajas que llevaba la maquillista y la forma del mentón y las orejas de la chica que había querido
seducir a su Battista. Necesitaba encontrar cosas como esa o de lo contrario,
eran una multitud sin rostros ni nombre hasta que le hablaban. Pero no siempre
corría con la suerte de que le hablasen primero para identificarlos, así que
todo ese trabajo de hormiga que hacía para que nada se les pasara por alto y
ella pudiera vivir como una persona normal, era necesario. Aunque cuando
Battista estaba cerca, la ayudaba susurrándole el nombre a su oído, facilitándole
el trabajo y siendo mucho más disimulado que Luaces, que él siempre ponía en
evidencia aquello y la hacía ver como una niña mimada cuando en realidad, sólo
intentaba andar como una persona común. Ahora mismo, estaba más que tranquila y
a gusto en su viaje.
—¿No has
pensado en cubrirte un poco? Habrá mucha gente y seguramente, periodistas —le
dijo él al verla tan despreocupada de su situación.
—Estaremos
bien —respondió con calma— tengo una peluca en la bolsa si te incomoda andar así
—lo miró con media sonrisa esperando su respuesta. Él corrió la mirada se rascó
la nuca.
—Estás más
que bien así —soltó sin poder volver a verla a los ojos.
En el
trabajo, era mucho más fácil, pero sería que estando solos era más consciente
de su presencia que se sentía cual adolescente cuando hacía algo como eso.
Sólo esperó
llegar rápido a Florencia. Con el itinerario que tenían, no iba a tener tiempo
de pensar en nada más que cumplir el horario.
******
El agua los
había atrapado a mitad de camino. Apenas si habían ido a una cafetería y salido
cuando la tormenta se desató. Esas tormentas de verano que llegan para quedarse.
Y cuando empezó a granizar, ambos supieron que ni volver podrían hasta que la
tormenta cesara. Así lo que iba a ser un viaje de un solo día, iba a extenderse
un poco más, teniendo que buscar en donde quedarse hasta que pudieran conseguir
un boleto de vuelta a su hogar.
Se hospedaron
en un hotel y con todo lleno, tuvieron que compartir la habitación. Tanto Battista
como Milan estaban empapados de pies a cabeza, habiendo acordado turnarse para
usar la ducha.
Battista dejó
el bolso de Milan en una silla después de secarlo un poco, esperando que ella
saliera, mientras tanto, dio un par de vueltas observando todo y sólo se
arrepintió de estar solo porque así, comenzaba a pensar y pensar no era bueno
en su caso.
Apenas la vio
salir, entró cual rayo al cuarto de baño, evitando mirarla.
Ella quedó helada,
secándose su larga cabellera viendo la puerta cerrarse. No lo entendía a veces,
por no decir, siempre.
Milan se puso
de pie como si la hubiesen impulsado de la cama. El lunar debajo de su ojo se
veía con una gota de agua que caía de su cabello escurriéndose por la cara. Se acercó
y lo rozó poniendo a la defensiva a su compañero.
—Bésame —le
ordenó agarrándolo de los bordes de a bata y haciéndolo encoger para que
estuviera a su altura—sólo hazlo.
Con duda y
cierta dulzura y delicadeza en su tacto, probó el beso de sus labios fríos. Ella
estaba helada aun cuando estaban en la habitación cerrada. Lo abrazó y sin
soltarlo, lo sentó en la cama y él a sabiendas de lo que ella haría, la detuvo,
quedando encima de ella de un momento a otro sin pensar en las consecuencias.
—¿Y ahora qué
harás? — preguntó Milan debajo de él.
Él sonrojo
podía cobrar vida en el rostro de Battista, dándose cuenta de lo que acababa de
hacer, que al intentar detenerla, se había puesto en una situación mucho más
comprometida para él y para ella, que no iba a desaprovechar oportunidad,
alzando levemente su torso para poder llegar a besarlo. Y él sabía que si cedía
a eso, iba a verse realmente comprometido, levantándose como si lo hubiesen empujado
de la cama de un solo golpe.
Milan se echó
en la cama riéndose de su reacción cuando él aún se negaba a mirarla.
—¿Por qué
sigues negándote? Hace un mes que salimos —se levantó y avanzó a gatas hasta a
él, apoyándose contra su espalda.
—Aún eres
menor de edad.
—¡Oh, vamos!
Como si alguien fuera a decir algo al respecto —se quejó ella rodeando su
abdomen con sus brazos— me faltan siete meses para cumplir los dieciocho. No
hay nada que no podamos hacer —sugirió sugestiva acompañando sus palabras de
sus caricias colando una mano en la abertura de su bata cuando él la detuvo.
—Un juez no
pensaría lo mismo.
—¡Qué
vainilla! La mayoría de los hombres moriría por estar con una jovencita como yo
—y se dejó caer de nuevo en el mullido colchón— si te muestro la parte más sexy
de mi cuerpo ¿cambiarías de opinión? —Se rio sonoramente cuando él volteó
sonrojado al sentir su pie rozar su espalda y ver a la muchacha abriendo su
bata de tal forma que sólo se le viera el ombligo.
—Sólo tú
puedes pensar que el ombligo es la parte más sensual de tu cuerpo.
—¡Así que
tienes una parte favorita! Sabía que debías tener una libido normal —cantó
victoriosa ella siguiendo el recorrido de su pie por su espalda, cuando él la
detuvo.
—Yo nunca
dije eso.
—Pero no lo
negaste y eso es más que un logro para mí —y con ello, lo tomó del brazo y lo
jaló hacia ella. Battista iba a tener algo a ese ritmo, pues aunque estaba
saliendo con ella, aún no estaba muy familiarizado con sus acciones ni las
cosas que acostumbraba a hacer cuando menos lo esperaba, era una caja de sorpresas
que no lo dejaba pensar y si no reaccionaba rápido, tenía miedo de estropear
las cosas con ella— puedes comenzar besándome —susurró contra sus labios y
aunque correspondió el beso, volvió a detenerla viéndola hacer un mohín
inflando los mofletes.
A pesar de
eso, a él le causaba ternura que hiciera berrinches de esa manera por no
obtener lo que quería. Se acomodó la bata y se recostó a su lado un poco más
calmado. Mantener la paciencia era una de sus especialidades. Aunque últimamente,
se veía muy, muy a prueba cuando la tenía a ella cerca.
—¿Cuáles son
tus ansias por crecer? —preguntó abrazándola, dándole un beso en la frente—
déjame que te atesore así un poco más.
—Pero ni si
quiera me ves cómo mujer —se quejó.
—¿Y cómo te
veo? —Se rio ante aquella idea que tenía ella— creo que estás perfecta así.
Nunca te pedí que crecieras para gustarme. Sólo sé tú misma. Con eso tengo más
que suficiente —le dijo apretando un poco más el abrazo.
Ella no quedó
del todo convencida, pero al cerrar los ojos y respirar su perfume, sintiendo
el calor de su cuerpo y el latido de su corazón contra su oreja, se quedó un
poco más tranquila. Aún tenía sus dudas, algunas, quizás nunca la dejaran con
el fantasma de su ex que había vuelto y la acechaba, pero cuando estaba así, entre
sus brazos con tanta calma, podía pensar un poco más en su presente y en como
conservarlo. Podía amar un poco más a Battista y procurar estar a su lado, en
las buenas, en las malas y hasta en su abstinencia. Milan sabía que lo iba a
esperar el tiempo que hiciera falta, pero eso no iba a significar que iba a
dejar sus cartas. De momento, se iba a dejar atesorar.
¡Un abrazo!
Amiga eres la pera , sacas tiempo para dedicarnos estas historias que bien podían ser el comienzo de una novela , me alegra mucho que te animes al reto de Ginebra ella nos lleva a mundo maravillosos con sus propuestas . El relato me ha encantado y te diré que la palabra ATESORAR me resulta muy seductora .
ResponderEliminarGracias preciosa por ofrecernos tus letras y tu estar.
Muchos abrazos y un besote grande.
pd.Muy buena idea de Demi , este chico vale un montón . felicidades ambos.
Tiene retos de lo más interesantes, que no lo voy a negar. Me encantan, aunque no siempre llego con todos a los que me voy sumando, pero los iré haciendo así, de a poquito y cuand pueda xD
Eliminar¡Un abrazo!
Me gusta haberte inspirado una sección y además sumarte a un par de convocatorias, con esta nueva sección.
ResponderEliminarParece que Milan es seductora, aunque esto forma parte de una histora más extensa. Así que queda la intriga de que pasará.
Gracias por recomendar mi blog.
Un abrazo
Siempre es bueno tener más cosas qué hacer. Me gusta que te alegres con ello, es una muy buena idea para sacar adelante historias <3
EliminarEsperemos que se resulevan algunas dudas en los próximos capítulos, que me falta terminar unas cositas y los subo.
¡Un abrazo!
Uy me gusta mucho Battista y adore el relato. Yo porque siempre termino creando una novela y por falta de tiempo no participo en los retos . Te mando un beso
ResponderEliminarBattista es un encanto <3 me encanta su timidez a su vez, la madurez con la que lleva todo en su vida. Un abrazo!
EliminarHola, Roxana
ResponderEliminarMuy buena idea la de Dmiurgo. Los jueveros son regidos por la regla de Tesalo, que son 350 palabras. Que bien te hayas decidido a participar en Paraíso de letras, y fusionarlo con los jueveros. Genial!
Sensualissima la sesion de fotos. Me gusta que Battista no sea machista y le deje hacer lo que le gusta. Y me parece que Pia le atrae Battista. Pero que bueno que Milan se puso avispa, si se duerme se la lleva la corriente. Que romantica la escena del hotel, pense que cedería al libido, se ve que Battista en realidad la aprecia.
Un abrazo y buenas noches.
Y está bueno que haya límite de palabras porque somos muchos, pero a veces, no está tan bueno porque te quedas corto con ello XD
EliminarMe encantó la sesión de fotos, me gustaría ir explotando más esto en los siguientes capítulos o relatos de ellos dos. De por sí, Milan no se duerme en los laureles XD que tiene bastante caracter como para sacarle un sí a Battista. Creo que él la quiere mucho.
¡Un abrazo! Y ten unas buenas noches también <3
¡Hola guapa!
ResponderEliminarVaya, vaya... me encanta Milan, tiene mucha personalidad...y Battista... es un poco lentito ¿no?
Estoy ansiosa por saber más...
¡Un besito!
¡Exacto! A Milan le sobra carisma y determinación que es lo que le falta a Battista, por eso hacen tan bonita pareja <3
Eliminar¡Un abrazo!